Aromaterapia, uso histórico de los aceites esenciales en el ámbito de la espiritualidad.
Se afirma que los aceites esenciales se utilizaban 3.500 años antes de Cristo.
Es así como desde la antigüedad, las plantas aromáticas se usaban para honrar a lo divino en ceremonias religiosas y espirituales. Consideradas sagradas por sus mágicas propiedades curativas y sus aromas divinos, eran “sacrificadas” quemándolas, y el humo fragante se ofrecía a los Dioses creyendo que gracias a ese humo sus plegarias llegarían más rápidamente. Se dice que estas ceremonias también beneficiaban a los sacerdotes, porque inhalar el humo aromático les ayudaba a entrar a estados místicos y espirituales de expansión de la conciencia.
¿Quiénes usaban los aceites esenciales?
El uso de aceites esenciales para curar el cuerpo, la mente y la espiritualidad se remonta siglos atrás de todas las grandes civilizaciones del mundo antiguo.
Se cree que los egipcios fueron los primeros en utilizarlos con fines religiosos por ejemplo como protección contra los malos espíritus, o medicinales y cosméticos, para curar algunas dolencias o cicatrizar heridas y lesiones. Utilizaban una forma primitiva de destilación para extraer los aceites esenciales: calentaban las plantas en ollas de arcilla, posteriormente las cubrían con lino, el vapor impregnaba los filtros de lino y al escurrirlos obtenían los aceites esenciales.
Los perfumes tenías tres usos principales:
- Ofrendas a los Dioses.
- Embalsamamiento de los muertos.
- Usos domésticos.
Cuando los judíos volvieron a Egipto empezaron a poner en práctica lo aprendido sobre el arte de la perfumería en los años de cautiverio. Hay un ejemplo de esto en el Éxodo 30, 16 donde se encuentran las instrucciones para elaborar el óleo sagrado, el óleo de la unción. Esta ceremonia, encomendada al sumo sacerdote, consistía en verter óleo sobre la cabeza en cantidad suficiente para que corriera por la barba hasta los calzones.
Los aceites esenciales a lo largo de la historia:
Los asirios rendían culto a muchos Dioses, destacaban el Sol, la Luna y las Constelaciones. En los altares en honor a estos y otros dioses, se quemaba incienso y resinas aromáticas según refiere la Biblia.
Los griegos consideraban a los perfumes no sólo un homenaje a sus dioses, sino señales de su presencia. Su culto comprendía muchos ritos distintos que se celebraban tanto en templos como en casas particulares donde existían altares a tal fin. Utilizaban coronas de hierbas aromáticas y/o flores y se quemaban con incienso. En todos los festivales religiosos se consumían perfumes en grandes cantidades. Posteriormente, los perfumes también se usaban durante las comidas, junto con coronas de flores para agasajar a los invitados. Los perfumes no se utilizaban sólo por el placer que producían, sino también, porque se les atribuían propiedades saludables, especialmente al aplicarlos en la cabeza.
A medida que los romanos extendieron su poder a las provincias colonizadas por los griegos (Magna Grecia), fueron haciendo suyas las costumbres de los pueblos conquistados y se iniciaron en los refinamientos de lujo. Imitaron también las ceremonias religiosas y sus ritos. Fueron fervientes defensores de la higiene para promover la salud y depositaron su confianza en la aromaterapia y su poder. Los romanos tomaron de los egipcios el empleo de los baños públicos, a los que acudían casi diariamente.
Cuando el Imperio de Occidente sucumbió al ataque de las hordas bárbaras, el refinamiento y la civilización se refugiaron en Constantinopla. La Iglesia Oriental hizo un gran consumo en sus ceremonias de sustancias aromáticas. No obstante, a la caída de Constantinopla ante el avance del Islam, el nivel cultural no decayó, sino que se mantuvo y creció.
Al médico árabe del siglo XI Avicena se le atribuye, entre otras cosas, el descubrimiento del alambique. Fue una figura de un brillo excepcional en aquella época. Consiguió producir el líquido conocido como “agua de rosas”. En algunos lugares se mantiene la costumbre de agasajar a los invitados, rociándolos con este agua.
El Profeta Mahoma, alentó el uso y consumo de perfumes, pues contribuían a crear en sus adeptos un estado de éxtasis religioso. Al instalarse los turcos en el Imperio Griego, quedaron insatisfechos con las pocas abluciones e hicieron suyo el lujoso sistema de baños que encontraron establecido. La rosa es la reina de las flores para los musulmanes. El poema más bello escrito en lengua persa, el Gulistán, significa “jardín de rosas”.
En la India, desde los primeros testimonios escritos, se evidencia el uso de los perfumes. Habitualmente se celebraban ritos y sacrificios a las deidades Brahma, Visnú y Shiva. Según los Vedas, los sacrificios consistían en hogueras de maderas aromáticas prendidas en cada uno de los cuatro puntos cardinales. También alimentaban el fuego con óleos y hierbas sagradas. Actualmente los hindúes siguen empleando perfumes, flores, especias, resinas, etc, en bodas y funerales. La rosa es la flor más apreciada, seguida del jazmín, del que se cultivan dos especies por su aroma, el Jasminum grandiflorum y el Jasminum hirsutum o Sambac.
En el Tíbet, sin embargo, ante la carencia de sustancias aromáticas, suelen quemarse plantas como el enebro.
En China han usado los perfumes desde tiempo inmemorial. Existe un gran consumo de incienso en todo tipo de ofrendas religiosas. El almizcle es uno de los aromas preferidos, de hecho los chinos son los proveedores mundiales de este tipo de esencia. También utilizaban la asafétida, el pachuli y el sándalo.
En Japón existían muchas costumbres similares a las chinas y su catálogo de perfumes era también bastante reducido, siendo aromas austeros generalmente muy apreciados por su población.
La aromaterapia moderna:
Situándonos ya en el siglo XX, el químico y perfumista Rene Maurice Gattefosse incorporó la aromaterapia a la medicina natural. Tuvo un accidente y sufrió graves quemaduras en una mano, la sumergió en aceite esencial de lavanda y comprobó así sus efectos curativos. El aceite le calmó el dolor, evitó la infección y le ayudó a cicatrizar sin dejar marca. Pero fue el Dr. Jean Valnet el que aportó la mayor contribución a la aromaterapia para ser valorada y reconocida como medicina capaz de curar. Durante la II Guerra Mundial utilizaba aceites esenciales para las heridas y quemaduras de los soldados y conseguía aliviar el daño físico pero también el psicológico. Posteriormente, en los años cincuenta la bioquímica francesa Aguerite Maury (alumna del Dr. Valnet), comenzó a utilizar los aceites esenciales en terapias de masaje. Se la considera la creadora de la tendencia en aromaterapia denominada “Escuela Anglosajona”.
En nuestro contexto contemporáneo podemos hacer uso de los aceites esenciales en meditación para conectar nuestro ser interno o espiritual con Dios. El incienso y otros componentes aromáticos como sándalo, madera de cedro, enebro, mirra, pino, salvia y ciprés continúan formando parte de las ceremonias sagradas de muchas religiones en el mundo.
Este artículo ha sido redactado en colaboración con Amada Sumonte, Aromaterapéuta Holística

Doctora en Medicina Interna, Licenciada por la Universidad Autónoma de Barcelona. Especializada en dolor crónico, fatiga y medicina Integrativa. Fundadora y Directora de Vilaya Medicina Integrativa Barcelona.